Apestar a tristeza
pestilente la depresión que rodea,
un ser que dejó de ser
apagó su luz para solo
aturdirse en su tenue existir.
Y por ahí se fueron las ganas
ya no hay un mar de paciencia.
No es que a uno lo haga sentirse mejor
ni que esa explicación llene huecos,
tremendos agujeros dignos de bombardeos
de guerras que fueron frías y también dementes.
Sangrientas y secantes
de desgaste y estrategias mil.
Irónica la historia que siempre te guarda
un espejo a la vuelta de cualquier esquina.
Y vos giras como si nada,
de repente ese reflejo de ciega
y ya no podes verte ni a vos mismo.
Estas perdido.
21/01/24
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